sábado, 1 de septiembre de 2007
EPITAFIO (Introducción a Divina soledad)
En los senderos de un cementerio entre las tinieblas de una lejanía distinguí una lapida abandonada con un singular proverbio. Una lapida tan apartada hace notar que era una persona mala y desquiciada solo una espinosa corona en la superficie se mostraba y con toda esa morbosidad me acerque lentamente mientras más cerca; mas frío más cerca y más ruido. Triste y solitaria tumba sola en el olvido. leí cuidadosamente su inscripción: “Aquí descansan los restos del rey de los pobres, creador de lo visible y lo invisible” Ha muerto Dios... Brindemos y bailemos al rededor de la purificación sonreiremos porque ya no más prejuicios tenemos y ahora ni ha Dios tememos!!!!!!
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